domingo, 20 de febrero de 2011

Inexorablemente

Hubo un tiempo en el que no había nada que deseara más que el que tú deseases pertenecerme, como yo ya te pertenecía a ti, y hubiese renunciado a todo por ello, me hubiese abandonado a un fatal destino, hubiese pagado cualquier precio, hubiese soportado cualquier castigo, te hubiese cuidado y defendido como único sentido de mi vida...y no habría habido nada que me hubiese hecho más feliz, me hubiese sentido el más dichoso, el más afortunado, el favorito, tocado por la yema para lo que nunca habría de suceder...pero ese tiempo ya pasó.

Era tuyo, pero así, por supuesto, no podías rendirte a mí.

Ahora vuelvo a caminar solo, y ya no busco tu mano. Y ahora pertenezco a alguien, que es dueño de sí mismo, que no es otro que el que escribe aquí.